En este episodio de Real Economy, los periodistas de Euronews analizan el coste económico de la guerra de Rusia en Ucrania, que golpea duramente a Europa. «La economía había comenzado un camino de fuerte recuperación y crecimiento al salir de la pandemia. Pero, ahora, la UE ha recortado su previsión de crecimiento del 4 % al 2,7 %, y ha elevado su previsión de inflación», indica la reportera Naomi Lloyd.

Guillaume Desjardins ha viajado a Alemania, donde las empresas manufactureras, que dependen de piezas metálicas procedentes de Ucrania, tienen problemas de abastecimiento.

Para comenzar el reportaje, Euronews ofrece algunas claves sobre el alcance del impacto de la guerra.

La economía de la Unión Europea está sintiendo el impacto de la guerra de Rusia en Ucrania. Se ha producido un nuevo aumento de los precios de la energía, que ha llevado la inflación a máximos históricos. Ucrania y Rusia producen casi un tercio del trigo y la cebada del mundo, y son grandes exportadores de metales. Las interrupciones en las cadenas de suministro, así como el aumento de los costes de muchas materias primas, han hecho subir el precio de los alimentos, y de otros bienes y servicios básicos. Esto supone una carga para las empresas y menos poder adquisitivo. La UE ha recortado su previsión de crecimiento económico del 4 % al 2,7 % para este año y del 2,8 % al 2,3 % para el próximo. La inflación, prevista en un 3,9 % hace unos meses, se estima en torno al 6,8 % de media.

Las perspectivas para 2022 son de menor crecimiento y mayor inflación.
El crecimiento del PIB (Producto Interior Bruto) tanto en el conjunto de la UE como en la eurozona se prevé, ahora, en un 2,7 %. Se espera que la inflación alcance un máximo histórico del 6,8 % en la UE, y en la eurozona, se prevé que sea del 6,1 %.

La guerra perjudica a algunas economías de la UE más que a otras. La previsión de crecimiento de Alemania es una de las más bajas de Europa, con un 1,6 %. Guillaume Desjardins se dirigió a Baviera, donde empresas manufactureras se ven afectadas.

Alemania y su Mittelstand, un ecosistema industrial anclado a nivel local, están también muy integrados en sus países vecinos, y en otros, como ocurre con Ucrania.

«Cinco kilómetros. Esta es la longitud media de los cables presentes en nuestros automóviles. Y, si su coche está fabricado en Europa, alrededor del 7 % de estos cables provienen de Ucrania», declara Guillaume Desjardins, periodista de Euronews.

En 2021, la Unión Europea importó 760 millones de euros de cables ucranianos, destinados, sobre todo, al automóvil, así como al sector aeroespacial.

Aunque esta fábrica de cohetes no se abastece directamente de Ucrania, cuando Rusia invadió a su vecino en febrero, toda su cadena de suministro quedó trastocada.

«Nuestros proveedores tienen dificultades para conseguir ciertas cosas. El precio de la logística aumenta, por la escasez de contenedores, y el de la energía también aumenta, obviamente. Esperemos que se trate de algo temporal. Hay ciertas cosas que afectan al negocio, pero más a nuestra cadena de suministro que a nosotros», afirma Jörn Spurmann, director comercial y cofundador de la compañía RFA.

Si quieren enviar su primer cohete al espacio en 2023, como está previsto, Jörn Spurmann y su equipo tendrán que ser creativos. Ahora, adaptan piezas y componentes producidos para otras industrias, con el fin de utilizarlos en sus cohetes, ya que son más fáciles de conseguir.

«Hay proveedores que vuelven con precios más altos o plazos de entrega más largos. Así que, hay que buscar alternativas. Siempre las hay. No tenemos fuentes de suministros únicas, y esto requiere más tiempo y más esfuerzo en la gestión de la cadena de suministro, por nuestra parte», añade Jörn Spurmann.

«Este tipo de perturbaciones no solamente afecta al sector aeroespacial, sino que, también, perjudica a una recuperación económica tan esperada, tras dos años de pandemia. Además, después de una época de inflación más que moderada, el aumento del coste de la vida, regresa al panorama económico europeo», explica Guillaume Desjardins.

Las proyecciones económicas de la Comisión Europea prevén una tasa de inflación del 6,5 % en Alemania este año, una plusmarca desde la reunificación de 1990.

«Los hogares están perdiendo poder adquisitivo. Así que, tendrán que reducir su consumo. Para las empresas, se trata de una pérdida relativa de competitividad, especialmente para las firmas con sede en Alemania. Tenemos que soportar el peso de la subida del precio de la energía y ellas pueden transmitirlo, en cierta medida, pero no en su totalidad», señala Joachim Schallmayer, director de Mercados de Capitales y Estrategia de DekaBank.

Mientras el crecimiento se estanca y los precios aumentan, la Comisión Europea espera que el Plan de Recuperación de la pandemia para la UE, ayude a contener la situación. Pero la incertidumbre persiste. ¿Cómo evolucionará la situación en Ucrania, en las próximas semanas y meses?

Para hablar de ello, Naomi Lloyd se reúne con la economista Maria Demertzis, directora adjunta de Bruegel, un ‘laboratorio de ideas’ con sede en Bruselas, especializado en economía.

La guerra en Ucrania, ¿ha cambiado, fundamentalmente, las perspectivas económicas de Europa, o ha ahondado más los problemas económicos que ya existían?, pregunta la periodista.

«Probablemente, lo segundo. Los ha ahondado con respecto a la inflación. La razón por la que observamos esa inflación es la energía, y la energía que viene de Rusia. Ha afectado a Europa mucho más que a Estados Unidos porque dependemos de Rusia mucho más que otros. Todo depende del resultado de la guerra y de lo rápido que encontremos alternativas en Europa. En cuanto a las perspectivas de crecimiento, estamos saliendo de una pandemia en la que, diría que todavía seguimos inmersos. Pero, la economía está saliendo de la pandemia y se registran grandes aumentos en el crecimiento. Ahora se ha moderado un poco, pero no contemplamos un cambio fundamental», responde Maria Demertzis, directora adjunta de Bruegel.

La gente comprueba que aumenta el precio en sus facturas energéticas. Y, ve que el coste de la vida, el coste de los alimentos… sube. ¿Debemos estar preparados para más aumentos?, quiere saber la reportera.

«Creo que sí. Creo que vamos a tener otro año en el que la inflación será anormal. En Bélgica, donde vivo, hemos visto aumentar el precio de la harina. Un incremento que repercute, de manera importante, en el precio del pan. Sufrirán nuestros bolsillos cuando llenemos de combustible nuestros automóviles, y hagamos nuestras compras semanales de alimentos. Y, probablemente, las cosas tengan que empeorar un poco antes de mejorar. En ese sentido, opino que tenemos que prepararnos para ver más aumentos de precios», indica Maria Demertzis.

Este aumento de la inflación, ¿es una preocupación genuina, o es que estamos nerviosos después de un período tan largo de baja inflación?, interroga Naomi Lloyd.

«Depende de con qué se compare. Si lo compara con los últimos diez años, sí. Nos hemos acostumbrado a tasas de inflación muy bajas. Pero no es un problema si lo compara con los años 70, cuando hablábamos de estanflación real y tasas de inflación del 15 % y crecimiento negativo. Ahora no tenemos esas cifras. No espero verlas, ni siquiera, en el peor de los casos. Pero, no debemos hacer pronósticos sobre este tipo de cosas. Es muy difícil de pronosticar», advierte la directora adjunta de Bruegel.

¿Necesitamos que suban los tipos de interés?, pregunta la periodista.

«Creo que va a ser muy difícil para el BCE no subir los tipos de interés o, incluso, para otros bancos centrales que deben gestionar sus propios tipos de interés, cuando vemos una inflación de tal envergadura como la actual», responde la economista.

¿Está preocupada por la economía europea en estos momentos?, quiere saber, por último, Naomi Lloyd.

«Creo que la economía europea ha resistido bastante bien ante la crisis de la pandemia. La nueva crisis es de una naturaleza muy diferente, y afectará, también, a la forma en que podemos cooperar a nivel mundial. Esto tendrá repercusiones económicas. Considero que, la economía europea está bien situada para sobrellevarla. Pero, que lo logremos, también depende de cómo se desarrolle la propia guerra», concluye Maria Demertzis, directora adjunta de Bruegel.

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